martes, 21 de febrero de 2017

El pozo y el péndulo

EL POZO Y EL PÉNDULO
FRAGMENTOS
Introducción: “Súbitamente, el movimiento y el sonido ganaron otra vez mi espíritu: el tumultuoso movimiento de mi corazón y, en mis oídos, el sonido de su latir. Sucedió una pausa, en la que todo era confuso. Otra vez sonido, movimiento y tacto -una sensación de hormigueo en todo mi cuerpo-. Y luego la mera conciencia de existir, sin pensamiento; algo que duró largo tiempo. De pronto, bruscamente, el pensamiento, un espanto estremecedor y el esfuerzo más intenso por comprender mi verdadera situación. A esto sucedió un profundo deseo de recaer en la insensibilidad. Otra vez un violento revivir del espíritu y un esfuerzo por moverme, hasta conseguirlo. Y entonces el recuerdo vívido del proceso, los jueces, las colgaduras negras, la sentencia, la náusea, el desmayo. Y total olvido de lo que siguió, de todo lo que tiempos posteriores, y un obstinado esfuerzo, me han permitido vagamente recordar.”

Desarrollo: “Una horrible idea hizo que la sangre se agolpara a torrentes en mi corazón, y por un breve instante recaí en la insensibilidad. Cuando me repuse, temblando convulsivamente, me levanté y tendí desatinadamente los brazos en todas direcciones. No sentí nada, pero no me atrevía a dar un solo paso, por temor de que me lo impidieran las paredes de una tumba. Brotaba el sudor por todos mis poros y tenía la frente empapada de gotas heladas. Pero la agonía de la incertidumbre terminó por volverse intolerable, y cautelosamente me volví adelante, con los brazos tendidos, desorbitados los ojos en el deseo de captar el más débil rayo de luz. Anduve así unos cuantos pasos, pero todo seguía siendo tiniebla y vacío. Respiré con mayor libertad; por lo menos parecía evidente que mi destino no era el más espantoso de todos.”

 “Bajaba… ¡Sin cesar, inevitablemente, bajaba! Luché, jadeando, a cada oscilación. Me encogía convulsivamente a cada paso del péndulo. Mis ojos seguían su carrera hacia arriba o abajo, con la ansiedad de la más inexpresable desesperación; mis párpados se cerraban espasmódicamente a cada descenso, aunque la muerte hubiera sido para mí un alivio, ¡ah, inefable! Pero cada uno de mis nervios se estremecía, sin embargo, al pensar que el más pequeño deslizamiento del mecanismo precipitaría aquel reluciente, afilado eje contra mi pecho. Era la esperanza la que hacía estremecer mis nervios y contraer mi cuerpo. Era la esperanza, esa esperanza que triunfa aún en el potro del suplicio, que susurra al oído de los condenados a muerte hasta en los calabozos de la Inquisición.”

Desenlace: “La horrible diferencia se acentuaba rápidamente, con un resonar profundo y quejumbroso. En un instante el calabozo cambió su forma por la de un rombo. Pero el cambio no se detuvo allí, y yo no esperaba ni deseaba que se detuviera. Podría haber pegado mi pecho a las rojas paredes, como si fueran vestiduras de eterna paz. «¡La muerte!» -clamé-. «¡Cualquier muerte, menos la del pozo!» ¡Insensato! ¿Acaso no era evidente que aquellos hierros al rojo tenían por objeto precipitarme en el pozo? ¿Podría acaso resistir su fuego? Y si lo resistiera, ¿cómo oponerme a su presión? El rombo se iba achatando más y más, con una rapidez que no me dejaba tiempo para mirar. Su centro y, por tanto, su diámetro mayor llegaba ya sobre el abierto abismo. Me eché hacia atrás, pero las movientes paredes me obligaban irresistiblemente a avanzar. Por fin no hubo ya en el piso del calabozo ni una pulgada de asidero para mi chamuscado y convulso cuerpo. Cesé de luchar, pero la agonía de mi alma se expresó en un agudo, prolongado alarido final de desesperación. Sentí que me tambaleaba al borde del pozo… Desvié la mirada…
¡Y oí un discordante clamoreo de voces humanas! ¡Resonó poderoso un toque de trompetas! ¡Escuché un áspero chirriar semejante al de mil truenos! ¡Las terribles paredes retrocedieron! Una mano tendida sujetó mi brazo en el instante en que, desmayado, me precipitaba al abismo. Era la del general Lasalle. El ejército francés acababa de entrar en Toledo. La Inquisición estaba en poder de sus enemigos.”

RESUMEN
Al principio de este relato, el protagonista es juzgado por la Inquisición en Toledo y sentenciado a la tortura. Después, le llevan al calabozo a ciegas, y mientras este intentaba descubrir qué había en el calabozo, encuentra un pozo circular en el medio del que logra no caerse en el último instante. En ese momento descubre que su condena era ser psicológicamente torturado, hasta que muriese. 

Más adelante, la cárcel se ilumina, y el protagonista aparece estirado sobre una madera y atado por todas las extremidades excepto la cabeza y el brazo derecho, con el que le permitían alcanzar la comida. Encima del cautivo había un péndulo afilado, que bajaba poco a poco hasta que lo matase. Por suerte, las ratas los salvan justo antes de que esto ocurra, ya que muerden la cuerda con la que este estaba atado. 

Finalmente, los inquisidores intentan hacerle saltar al pozo, ya que empezaron a estrechar la habitación poco a poco. Inesperadamente, cuando el cautivo se lanza al pozo una mano le agarra y le salva, diciéndole que los franceses habían invadido Toledo y habían acabado con la inquisición.

INTERPRETACIÓN DEL RELATO

Introducción: En la introducción de este relato, el cautivo es juzgado por la inquisición y sentenciado a muerte. Según Wikipedia, “la Inquisición española fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos.” En la época de la inquisición, los no católicos, los judíos, las “brujas”… eran juzgados y torturados hasta la muerte. En la introducción, podemos percibir el miedo que provoca en el cautibo solamente haber sido juzgado por la inquisición. ”De pronto, bruscamente, el pensamiento, un espanto estremecedor y el esfuerzo más intenso por comprender mi verdadera situación. A esto sucedió un profundo deseo de recaer en la insensibilidad. Otra vez un violento revivir del espíritu y un esfuerzo por moverme, hasta conseguirlo. Y entonces el recuerdo vívido del proceso, los jueces, las colgaduras negras, la sentencia, la náusea, el desmayo.”

Desarrollo: En el desarrollo, el cautivo es torturado por la inquisición. En esta parte del relato podemos destacar el sufrimiento del personaje principal. Por ejemplo, “bajaba… ¡Sin cesar, inevitablemente, bajaba! Luché, jadeando, a cada oscilación. Me encogía convulsivamente a cada paso del péndulo. Mis ojos seguían su carrera hacia arriba o abajo, con la ansiedad de la más inexpresable desesperación”. Por un lado, se muestra en terror externo, ya que el cautivo habla sobre, los hongos y las ratas. “Luché por respirar; lo intenso de aquella oscuridad parecía oprimirme y sofocarme. La atmósfera era de una intolerable pesadez”. 

Por otro lado, el cautivo tiene miedos internos, como la oscuridad “Me rodeaba la tiniebla de una noche eterna”, y la “nada” “Cuando me repuse, temblando convulsivamente, me levanté y tendí desatinadamente los brazos en todas direcciones. No sentí nada, pero no me atrevía a dar un solo paso, por temor de que me lo impidieran las paredes de una tumba”. Para expresar el terror interno, Poe utiliza verbos en condicional “desgarraría la estameña de mi sayo…”.

Además, utiliza la metáfora “la tumba” para referirse a su celda. “No sentí nada, pero no me atrevía a dar un solo paso, por temor de que me lo impidieran las paredes de una tumba”. Esta metáfora muestra el miedo que siente verdaderamente el cautivo de la celda vacía en la que él se encuentra.

En adición, Poe utiliza palabras del mismo campo semántico para expresar la brutalidad de las torturas. Por ejemplo: “cuchilla, péndulo”. 

Finalmente, Poe utiliza las digresiones, para expresar los sentimientos del protagonista “era la esperanza la que hacía estremecer mis nervios y contraer mi cuerpo. Era la esperanza, esa esperanza que triunfa aún en el potro del suplicio, que susurra al oído de los condenados a muerte hasta en los calabozos de la Inquisición”

Desenlace: En el desenlace, el cautivo es finalmente rescatado por los franceses. Como en el desarrollo, Poe utiliza las digresiones para expresar los sentimientos del protagonista. “¿Acaso no era evidente que aquellos hierros al rojo tenían por objeto precipitarme en el pozo? ¿Podría acaso resistir su fuego? Y si lo resistiera, ¿cómo oponerme a su presión?”
El contexto histórico del final de este relato es la conquista de España que lleva a cabo Napoleón, el que luego acaba con la inquisición española. Según Wikipedia, “la Inquisición fue abolida por Napoleón mediante los decretos de Chamartín de diciembre de 1808, por lo que no existió durante el reinado de José I (1808-1812). En 1813, los diputados liberales de las Cortes de Cádiz aprobaron también su abolición, en buena medida impulsados por el sentimiento de rechazo que había generado la condena del Santo Oficio a la sublevación popular contra la invasión francesa”. 

EMPATIZO CON EL PERSONAJE
Después de casi haberme caído por el pozo de mi celda, me desperté completamente atado a una tabla de madera, excepto el brazo izquierdo con el que comía y la cabeza. En el momento en el que levanté la cabeza y vi un enorme y afilado péndulo supe que mis días estaban contados. 
Esta era la horrible tortura que la inquisición quería que sufriese. Me sentí completamente inútil, tenía una enorme navaja encima mío que se clavaria en mi pecho y acabaría con mi vida, y eso me estaba volviendo loco. Llego un momento en el que sabía perfectamente cada cuanto tiempo bajaba el péndulo y tenía contadas las horas que me quedaban. 
Por mucho que mi cabeza intentaba descubrir una forma de salir de esta, estaba totalmente bloqueado. ¿Qué debía de hacer?, ¿cómo podía deshacerme de las cuerdas que sostenían mi cuerpo inmóvil? 

El péndulo estaba a punto de rozar mi pecho cuando me di cuenta de que las ratas estaban rasgando las cuerdas. Me llene de esperanza, ¡podía salir de esta tortura!, nunca hubiese pensado que me salvaría gracias a los animalitos asquerosos que me habían aterrorizado antes. 

Finalmente, las ratas hicieron su trabajo y consiguieron deshacerse de mis ataduras. ¡Era libre! Ahora solo necesitaba encontrar una manera de escapar de aquella horrible cárcel.

MI FINAL
Estaba seguro de que había conseguido escapar de la inquisición al haber salido de la tortura del péndulo… Pero no, habían conseguido atraparme otra vez y estaba encerrado en mi tumba. ¿Cuál es la siguiente tortura que me tienen preparada? 

Unas horas más tarde, las paredes de la celda empezaron a moverse hacia dentro, encogiendo el espacio que quedaba. Las observe detenidamente buscando una salida, pero no la había. Las paredes estaban hechas de metal, y no había ninguna puerta por la que podría salir. 

Mientras la celda se seguía encogiendo poco a poco, mi esperanza de sobrevivir iba disminuyendo hasta que me rendí. Esta tortura no acabaría hasta que yo muriese; ¿para que luchar si ese es mi destino? Cuando ya prácticamente no entraba en la pequeña habitación, me di por vencido y decidí lanzarme al pozo. Uno…, dos…. y….

Mis ojos se abrieron de golpe. Seguía en mi habitación, en mi cama y metido entre mis sabanas, pero faltaba mi mujer. En ese instante recordé el horrible día; su juicio, la horrible reunión de inquisidores que atendí la semana pasada. Ella había sido condenada a muerte, ya que era judía. Durante el juicio no consiguieron que ella confesase que mi fe era la misma, por mucho que no paraban de insistir y preguntarle si sus familiares cercanos sabían sobre sus creencias. Ella se sacrificó por mí, no puedo parar de pensar que, si ella me hubiese delatado seguiría viva; ya que fui yo quien le inculcó el judaísmo.

Desde el momento en el que salí de su juicio no puedo parar de pensar en que tengo una diana colocada sobre mi espalda. Me siento perseguido y observado, y hasta sueño todas las noches con las torturas que probablemente sufriré cuando ellos me encarcelen.
Yo soy el siguiente.

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